La expresión “lo devuelven” debe tomarse como eufemismo, es decir, una manera suave de decir algo que, en realidad, fue menos voluntario, menos cívico y más forzado por las circunstancias. Pero vayamos por partes.
El concejal del Gobierno de Garrucha Pablo Fernández, titular de Turismo y Comercio, echó en falta su ordenador portátil sobre las 11 de la mañana del pasado jueves, 15 de mayo. Había salido un momento de su despacho y al regresar ya no estaba.
La precariedad económica municipal hizo imposible echar mano a las cámaras que hay dentro del Consistorio, pues el contrato con la empresa de seguridad no se renueva desde hace tiempo.
El edil se dirigió a la Policía Local, que sí pudo acceder a otras cámaras instaladas en la plaza Pedro Gea. Las imágenes mostraban a un desconocido saliendo del edificio Consistorial con el portátil en las manos. Minutos antes -esto se supo después-, este hombre había subido al primer piso Consistorial para pedir ayuda a los Servicios Sociales.
Los agentes trasladaron el video a la Guardia Civil para que procediese a su identificación y, tras una serie de indagaciones, fue localizado muy pronto en una pensión del pueblo. Al poco, el hombre, de unos cuarenta y tantos años, era detenido e interrogado.
Por sus respuestas se supo que el ordenador ya no estaba en su poder, puesto que lo había vendido esa misma mañana -minutos después de sustraerlo-; pero la Guardia Civil le conminó a llamar al comprador, a quedar con él para verse, pidiéndole que trajese de vuelta el portátil.
Y así fue. La cita se fijó hacia las dos de la tarde en un punto de la calle Mayor. Cuando el comprador se acercaba al lugar del encuentro se percató de la presencia policial, y optó por dirigirse a paso rápido calle abajo -quizá por la misma plaza Pedro Gea- hasta el Malecón, desde donde se encaminó hacia poniente.




Rápidamente, el comprador superó el edificio del Ayuntamiento y llegó a la altura del restaurante Andalucía, y, sin detenerse, ‘devolvió’ disimuladamente el ordenador, dejándolo sobre una de las mesas de la terraza del establecimiento, siguiendo su camino como si tal cosa. Debió creer que todo acabaría ahí, pero no.
Resulta que en otra mesa de la misma terraza estaba un policía local de paisano, fuera de servicio, que le extrañó la maniobra. ¿Un transeúnte dejando olvidado, con cierta prisa, un ordenador en un lugar público? Y llamó a la Jefatura, donde enseguida ataron los cabos.
El presunto ladrón fue puesto a disposición judicial, mientras que se desconoce la identidad del comprador. El concejal, por su parte, ha recuperado el aparato en cuya memoria están alojados numerosos documentos sobre los dos años que está al frente del área municipal de Turismo y Comercio.
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