El tramo de autopista más peligroso de España está en el término municipal de Cuevas del Almanzora

La provincia de Almería vuelve a situarse en el foco de la siniestralidad vial en España, destacando por albergar el tramo de autopista de peaje más peligroso de todo el país. Un reciente informe de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), que analiza el quinquenio comprendido entre 2019 y 2023, ha puesto nombre y número a esta trampa: el kilómetro 901 de la AP-7, a la altura de Cuevas del Almanzora.

Según el estudio, basado en datos del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, hay un tramo comprendido entre el kilómetro 890 y el 902 donde se han producido seis muertes entre 2019 y 2023. El kilómetro 901 de la Cartagena-Vera se cobró tres víctimas durante ese periodo, por lo que presenta un Índice de Peligrosidad (IP) de 63,2, una cifra catorce veces superior a la media nacional. Este dato subraya la excepcionalidad y el riesgo latente en esta sección de la vía almeriense, que concentra un número desproporcionado de siniestros dentro de una red que, en general, se considera la más segura. A pesar de esto, el informe de AEA advierte de que el índice medio de peligrosidad de las autopistas de peaje aumentó un 7,5 % solo en 2023.

El punto negro de Cuevas forma parte de los 100 segmentos conflictivos detectados en el conjunto de autopistas de peaje, que han sumado 527 accidentes y 881 víctimas en los últimos cinco años. La persistencia de este punto crítico es un claro síntoma de que las medidas de conservación o corrección no están siendo suficientes para eliminar o reducir el riesgo de forma sostenida.

Habría que recordar que, recientemente, dos personas fallecieron en esta vía, en un accidente registrado en el punto del kilómetro 886, término municipal de Pulpí, muy próximo al tramo señalado en este informe. El siniestro, una colisión entre dos turismos, se producía el pasado 17 de septiembre en un lugar próximo a este tramo, más concretamente a unos metros del túnel de la Sierra del Aguilón. Uno de los turismos implicados quedó calcinado, no descartándose que el incendio se produjera tras una avería del mismo. En el interior del vehículo se halló el cuerpo de una mujer, mientras que en las inmediaciones del coche averiado, un hombre -que había logrado salir del interior del coche- falleció al ser arrollado por otro turismo.

Riesgo extendido en carreteras convencionales

Más allá del tramo conflictivo de la AP-7, Almería presenta una situación de riesgo vial generalizado. La N-340a, una de las arterias viales históricas de la provincia que la cruza de este a oeste, continúa figurando entre las vías con mayor riesgo de accidente. Específicamente, los tramos entre los kilómetros 392 y 462, que conectan zonas como Adra, Níjar y Almería capital, combinan factores de riesgo como un tráfico denso, el deterioro del firme y una visibilidad reducida, elevando el peligro muy por encima de la media andaluza.

A esta situación se suma la A-92, otra de las principales arterias de comunicación de Almería. Aunque con un tráfico inferior al de la franja costera, el constante tránsito de vehículos pesados y la carencia de mantenimiento periódico en ciertas secciones la mantienen con índices de riesgo medio-alto.

Andalucía concentra un total de 34 tramos de riesgo elevado, situándose entre las comunidades más afectadas. Dentro de ella, Almería destaca por la elevada proporción de carreteras con índices de peligrosidad superiores a la media.

Los factores detrás de la siniestralidad almeriense

El Índice de Peligrosidad se calcula relacionando el número de accidentes con víctimas y la intensidad media diaria de tráfico. En Almería, los valores alcanzan picos preocupantes, especialmente en las vías convencionales, que son las que concentran la mayoría de los siniestros graves.

Los factores detrás de esta realidad son comunes y se retroalimentan: la orografía complicada del interior, el intenso tráfico pesado, y la conservación insuficiente del firme y la señalización. La geografía de la provincia, con un relieve abrupto y constantes cambios de rasante en la red secundaria, dificulta la conducción, especialmente con lluvia o baja luminosidad. En la costa, la alternancia de tráfico turístico y transporte de mercancías genera variaciones bruscas de densidad, aumentando el riesgo de colisión, sobre todo en fines de semana y periodos estivales.

Además, las vías convencionales soportan más de la mitad de los desplazamientos interurbanos pero reciben una inversión notablemente inferior a la destinada a autovías y autopistas. AEA advierte de que esta desigualdad en la inversión explica que estas carreteras sigan siendo el escenario más frecuente de accidentes mortales.

El hecho de que los puntos negros tiendan a repetirse año tras año es un síntoma claro de que las actuaciones de conservación o son insuficientes o son discontinuas. El índice de accidentalidad desciende tras una mejora puntual, pero vuelve a repuntar cuando el mantenimiento se interrumpe. Por ello, la asociación insiste en que la única vía para revertir la tendencia es la implementación de un plan sistemático y constante de conservación preventiva.

A pesar de la magnitud de la problemática, el Índice de Peligrosidad Medio se mantiene estancado en 8,2, el mismo valor que en el quinquenio anterior, lo que evidencia la falta de una reducción de riesgo sostenida. “La conservación de las carreteras es esencial para reducir la siniestralidad y evitar accidentes graves”, concluye AEA. Una advertencia que resuena con particular intensidad en la provincia de Almería, donde el mapa de puntos conflictivos, con el kilómetro 901 de la AP-7 como triste símbolo, permanece prácticamente inalterable.(VEA NUESTRA PORTADA DE HOY)

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