El firme de buena parte de la Avenida de Almería de Turre se hunde una y otra vez. El fenómeno de los socavones no logra ser explicado en todos sus términos. Y alguna razón debe de haber, pero los ingenieros que trabajan en ello no la encuentran. A los amantes de lo ignoto, lo paranormal, lo desconocido, les debe parecer un hecho interesante, pero las cosas no van por ahí.
No es que un día los turreros se vayan a encontrar con agujeros inmensos y profundos, o con una calle desaparecida tragada por la tierra. El problema, al menos todavía, no tiene pinta de eso, pero las obras que han renovado de punta a punta la avenida, las transformación que se ha producido en esta travesía, han topado con un inconveniente inesperado; inesperado para la población, aunque no sabemos si era predecible para la constructora; es decir: si antes de empezar a trabajar se manejaban datos sobre la inestabilidad del suelo. O más bien sobre la inconsistencia que se habría derivado de varias actuaciones previas que se han realizado para cambiar toda la red de abastecimiento y saneamiento que transcurre a varios metros bajo tierra.
LLEGAN, ARREGLAN Y VUELVEN A SURGIR
Lo cierto es que a los largo del kilómetro que se mide entre los restaurantes El Pago y Casa Adelina, los hundimientos de la calzada no cesan y no se les pone fin. Los operarios llegan, arreglan el desperfecto y poco después vuelve a surgir.
Viene ocurriendo desde hace un año. Aproximadamente desde cuando el Ayuntamiento encaró las últimas partes de la obra y los técnicos y vecinos comprobaron que la red de saneamiento, situada a la zona baja de la calle, a la altura de la salida hacia Mojácar, estaba infectada de fugas. “Mucha mierda”, que dirían los artistas -pero por otros motivos-, vertida a la calle y sin control, que preocupó a las autoridades ante la posibilidad de que esas aguas de color negro afectasen los cimientos de los edificios. Luego estaba el olor avisador de que allí era mejor no estar mucho tiempo. Cuidar la salud es lo primero.
Pero aquello se arregló. No sólo eso, también todas las redes de saneamiento y abastecimiento, de un extremo a otro de la calle, han sido sustituidas con nuevas tuberías a cuatro metros bajo tierra. Aun así, el problema persiste y nadie da con la solución. Se especula con una deficiente compactación del nuevo suelo pero, ¿por qué se produce si cada socavón que surge es de nuevo reparado y vuelve a surgir?




La obra de la nueva avenida de Almería se dio por concluida hace un año tras dos inversiones de planes provinciales por un montante total de 600.000 euros. Y al poco, el asfalto empezó a ceder aquí y allí. Delante de El Zambra el suelo cedió medio metro.
REHACER LA CALLE
Los ingenieros han metido cámaras por los tubos buscando respuestas, pero éstas no llegan. Ahora se ha optado por sellar los pozos de saneamiento, echar una nueva capa de zahorra de mejor calidad, más cemento y hormigón para nivelar, y un nuevo asfaltado íntegro de la calle. Cuando no se sabe bien por qué, sólo queda intentar mejorar lo que hay. Quizá con esto se ponga fin al problema.