Es fama que el emperador Vespasiano ante el filial reproche de su hijo Tito, por la improcedencia de un impuesto a la orina, de su creación, tan impropio de la majestad y el buen gusto de un emperador romano (omitiremos los detalles concretos del hecho imponible y de los sujetos pasivos, para no dar ideas a los Montoros vampíricos de todas las haciendas) no tardó en contestar.
El buen hombre respondió tomando un puñado de sestercios e invitó a su prudente y mojigato retoño a olisquearlo, para concluir apodícticamente y sin más explicaciones: “pecunia non olet” (“el dinero no huele”).
Gracias a las sesudas investigaciones de la Guardia Civil sobre las conversaciones crípticas, de esos personajes, Koldo y Ábalos, hemos conocido las claves, la piedra Rosetta de su lenguaje jeroglífico inventado para tratar de encubrir, con tinta simpática de parvulario, esas trapacerías que escandalizan y afligen a nuestros muy moralistas políticos, siempre que hayan sido practicadas por sus adversarios.
La nueva unidad monetaria, inventada por estos Pepe Gotera y Otilio de la discreción, era complejísima, solo unos genios del mal podrían haber inventado estas claves así como su paridad con el euro: las “lechugas” era billetes de 100 euros, los “soles” los extraños billetes de 200 euros y las “chistorras” los míticos billetes de 500 euros. Siete notas siete colores.
La conversión en euros era imposible de descifrar. A nadie se le ocurriría asociarlas con los colores de los elementos a los que se asocian. A nadie. De no ser porque en sus conversaciones ellos mismos dieron con ingenuidad arcangélica su exacta paridad de cambio:





– Te voy a dar una alegría: tenemos 2.000 chistorras
– Vaya, que bien, eso es 500 x 2.000…. no?
La chistorra, según la poca inteligencia artificial que nos va quedando, se define así, por analogía nunca mejor empleada en este caso, con los chorizos:
“La chistorra y el chorizo se diferencian principalmente por su grosor (la chistorra es más fina), su proceso de curación (la chistorra es semicurada y debe cocinarse, mientras que el chorizo está curado y se puede comer crudo) y su sabor y uso culinario (la chistorra es más suave y se asa, y el chorizo es más intenso y se usa en guisos o con pan)”.
La chistorra es, como también este ingenioso maestro de criptografía, también de origen navarro, Y es, indudablemente, más fino que el chorizo que tomó su nombre en vano, para sumir en la confusión a medio país.
Imagino los sudores del CNI para descubrir la clave de bóveda de la paridad de la muy nutritiva chistorra. Ni el mismísimo Champollion lo pasó tan mal. Ni los creyentes en estos hombres de honor deben sudar tanto para negar nuevamente tres veces a este par de jesucristos a los que antes otorgaron una confianza ilimitada que les hizo poner la mano en el fuego. Y ahora, descubiertas sus andanzas de pícaros medievales… ¿ahora qué? La película de 2026 debe estar rodándose en algún paraje. Ya tiene título, “Torrente Presidente”. A ver como lo hacen para no molestar a los inocentes, a los crédulos, a los….
Las chistorras, a diferencia de los sestercios, huelen. Y repiten.
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