“Yo no puedo escribir novelas de manera ordenada. Prefiero tirarme al vacío”

Antas acoge este jueves, 18 de septiembre, la presentación de ‘El último secreto de Matías Zimmermann’, la obra más reciente de Manuel Hurtado Marjalizo, uno de los principales autores españoles de novela de intriga, que fue finalista del premio Fernando Lara. El evento, organizado por la asociación cultural Argaria, será a las 20:30 en la Cafetería Leo, pero nosotros hemos mantenido con el escritor la conversación que a continuación reproducimos

  • ¿Qué hace un ingeniero escribiendo novelas? No abundan colegas suyos de profesión en la literatura, aunque existen notorias excepciones, como Dostoievski, Juan Benet o Houllebecq.
  • La ingeniería es mi profesión y escribir novelas mi vocación. Siempre me ha gustado escribir y, cuando lo hago, me desdoblo como persona. Siento la pulsión de contar relatos que hagan disfrutar al lector y también a mí mismo. Es una afición que llevo practicando unos años con cierta repercusión. No me parece incompatible, aunque creo que conviene no mezclar ambas facetas. La acción del ingeniero debe ceñirse a lo práctico y la del escritor es más soñadora y caótica.
  • ¿Y por qué ha elegido la intriga?
  • Uno escribe lo que le gusta, y la intriga me parece muy interesante. Genera hambre de lectura, de continuar leyendo al final de cada capítulo para saber hacia dónde te lleva el relato. Esta es mi cuarta novela y siempre he escrito en torno al thriller. Procuro crear un ambiente en el que pueda sumergirse el lector y despertarle el deseo de seguir leyendo. En definitiva, aspiro a entretenerle.
  • La acción de ‘El último secreto de Matías Zimmermann’ se desarrolla en dos épocas históricas diferentes un tanto eclipsadas por otras que le han precedido y seguido, como la I Guerra Mundial y la década de los 50 del siglo pasado en España, ¿qué ha encontrado en ellas?
  • Siempre elijo en mis novelas dos relatos que se van desarrollando paralelamente y confluyendo entre sí. En este caso, una parte de la acción se desarrolla en el prólogo y principios de la I Guerra Mundial, y la otra en el final de la década de los 50 del pasado siglo en España. La I Guerra Mundial es, como bien has dicho, una época olvidada en España, aunque no tanto en Francia, el Reino Unido o Alemania. Eclipsada, pero extremadamente cruel y sanguinaria, muy novelable. Yo la he usado como fondo de una historia de espías, de intriga y amor, de dobles identidades. La engancho con hechos reales para que el lector piense que pudo haber ocurrido. Me parece una época que tiene mucho que contar.
  • ¿Y el final de los años 50 en España?
  • Es el momento en que comienza el desarrollismo y también ha sido un poco olvidada. Yo sitúo esta parte de la historia en Torremolinos, lugar que estuvo en el germen del cambio experimentado por nuestro país en esos años. Me interesó mucho describir cómo fue la vida entonces por medio de unos personajes muy de la época, uno de ellos es el que ganará el cariño del lector, tanto por su pasado como por la forma de encarar el presente. Me parecen dos tiempos muy interesantes sobre los que no se ha escrito mucho y en los que he situado ‘El último secreto de Matías Zimmermann’.
  • En el caso de la I Guerra Mundial, uno de los protagonistas es reclutado como espía para el bando aliado, ¿no fue neutral España en ese conflicto?
  • Sí, España fue neutral. El rey Alfonso XIII estaba emparentado con Jorge V de Inglaterra y con el kaiser Guillermo II de Alemania; tenía intereses en ambos bandos y, aunque sentía cierta preferencia por los aliados, España siempre fue neutral, y también lo es en mi novela. Cuento la historia de un español un poco dicharachero al que encomiendan conseguir secretos a través de una prima del kaiser. España fue neutral, pero también es verdad que, en aquellos años, el espionaje, la conspiración, las traiciones y todos aquellos elementos que me interesan para dar cuerpo a la novela, se sucedían constantemente, y en ese ambiente sumerjo a mis personajes. Detrás de la obra hay una intensa labor de documentación. He estudiado muy bien la época para saber cómo era la gente, las calles, los lugares y el ambiente que se respiraba en las ciudades escenario de la acción. He tratado de reflejar el Berlín de la I Guerra Mundial. Ya en la portada se aprecia la Puerta de Brandeburgo, que tiene su protagonismo en esta historia. Creo que el lector lo agradece porque, al tiempo que disfruta con la lectura de la novela, está conociendo detalles del pasado.
  • Su novela también refleja corrupción en la entrega de Ifni a Marruecos por parte del Gobierno español, algo hasta ahora desconocido.
  • Es una licencia literaria. Recordemos que ‘El último secreto de Matías Zimmermann’ es una obra de ficción, no un tratado de historia. No tengo datos que prueben corrupción en la entrega de Ifni. Es una novela que pretende hacer disfrutar al lector, que tiene muchas alternativas, y los autores debemos preocuparnos por ofrecerle un buen y variado bagaje de elementos con los que deleitarse y pasar sus horas de asueto. La guerra de Ifni es un argumento que me sirve para justificar la traición que sufre Federico Andrade, uno de los dos personajes centrales de la novela, que le obliga a aceptar cualquier tipo de trabajo, como el que le ofreció Matías Zimmermann.
  • Llama la atención que en su novela no existen personajes rotundamente buenos o malos. Todos tienen algo que esconder y un pasado que justifica su presente. Son muy humanos.
  • Es verdad. Aparentemente, Fabián Aguilera es un truhán, pero tiene un pasado tortuoso que justifica una actitud ciertamente egoísta en la que acaba pensando únicamente en su propio bien, pero el lector discrimina que todos somos presa de nuestro pasado. Algo parecido ocurre con Federico Andrade. Son personajes con muchas aristas, poliédricos, como todos nosotros, pero también previsibles. Cuando el lector avanza en la novela, ve normal cómo reaccionan ante cada situación. La magia de la novela consiste en que el lector entienda la relación existente entre los personajes y los dos tiempos en que transcurre la acción, y que descubra al final la importancia de lo ocurrido en capítulos precedentes.
  • Después del trabajo de documentación, de construcción de personajes y escritura, llega la corrección, ¿cuántas veces ha leído y corregido ‘El ultimo secreto de Matías Zimmermann’?
  • El trabajo del escritor es una tarea de orfebre. Pienso mucho en el lector mientras estoy escribiendo. Procuro modelar algo que le llene. Doy por hecho que agradece la correcta construcción de las frases, no ver la reiteración de palabras, un vocabulario extenso, pero entendible, que el relato no sea monótono… Tengo muy en cuenta la longitud de los capítulos, porque soy consciente de que vivimos en una época en la que no disponemos de mucho tiempo y nos arriesgamos a que el lector se duerma si lo enfrentamos a una novela dividida en partes de 60 páginas. Escribo bajo la premisa de hacer disfrutar a quien abre mis novelas. No puedo decir cuántas veces he leído y corregido este libro, porque son innumerables, y cada vez que lo he hecho, he introducido pequeños cambios que, aparentemente, podría parecer minucias insignificantes, pero estoy convencido de que hacen más agradable el paseo por el relato.
  • ¿A qué épocas de la Historia nos trasladará en su próxima obra?
  • Yo escribo sin guion, sobre un lienzo en blanco. Tengo varios proyectos empezados que cualquier día acabarán germinando, pero no tengo ninguno firme ahora mismo.
  • ¿Cómo comienza el proceso de cada novela?
  • Cada escritor tiene su técnica. Dicen que Dumas empezaba por el final para saber a dónde tenía que llegar. Otros comienzan perfilando una estructura sobre la que desarrollar la acción y, hasta que no la tienen milimétricamente diseñada no se enfrentan al teclado. Aunque soy ingeniero, yo no podría escribir de manera tan ordenada y estructurada. Prefiero tirarme al vacío e ir creando al tiempo que crece la novela. Me parece más enriquecedor, y a menudo más frustrante, porque sientes que a veces no llegas a donde quieres o no sabes cómo continuar, pero es la forma que me gusta. Soy un autor de brújula que escribe porque le gusta y, sobre todo, un gran lector que hace novelas a pecho descubierto, enfrentándome a un papel en blanco para construir algo que tenga cara y ojos y acabe convirtiéndose en una historia. (VEA NUESTRA PORTADA DE HOY)
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